La mayoría de los conductores no son conscientes de los peligros para la salud que entraña un coche sucio, tanto en su interior como exterior, ya que tanto las bacterias como los hongos pueden estar presentes en áreas ocultas, o no tanto. De media, un conductor puede pasar hasta 17.600 minutos al volante cada año, o lo que es lo mismo, unas siete semanas de trabajo de 40 horas.

El hecho de permanecer tanto tiempo en el coche, unido a que existen casi la mitad de los usuarios rara vez limpian el interior de su vehículo, o lo hacen solo una vez al año, puede ocasionar que existan, de media, hasta 700 cepas diferentes de bacterias en un automóvil, exponiendo a sus pasajeros y a los alimentos que con frecuencia se consumen durante un viaje, a peligros que pueden llegar a ser graves.

La zona del vehículo a la que mayor atención hay que prestar es el volante, pudiendo llegar a contener hasta seis veces más bacterias por metro cuadrado que la pantalla de un teléfono móvil o cuatro veces más que el asiento de un inodoro público. Tras el volante, las zonas más contaminadas de un vehículo son las manillas de las puertas, la palanca de cambio de marcha y los huecos o soportes para las bebidas, provocando que la limpieza de esas zonas sea especialmente importante.

También las estaciones de servicio son un foco de infecciones, por lo que es muy aconsejable utilizar los guantes de plástico que están normalmente disponibles en los surtidores cuando vayamos a repostar.

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